El semestre ha comenzado de nuevo, y con él, las largas horas en la biblioteca leyendo modelos de comunicación intercultural, y avanzando mi thesis.

Sin embargo, continúo con la narrativa.

3a entrega: Las primeras desventuras

2a entrega: Praga

1a entrega: La tripulación


Roma, ciudad ancestral.

Todo en Roma es imponente. Parece que las puertas de la mayoría de las construcciones están hechas para dar cabida a gigantes que quedaron inmortalizados en roca y ahora se han vuelto las colosales estatuas que abundan en la ciudad. El centro de dos imperios: i) el romano que dominó casi toda Europa, el norte de África y toda Asia menor durante generaciones, y ii) de la iglesia católica; que ha influenciado profundamente una buena parte de la historia del mundo llamado occidental, (aunque nadie sepa que es eso… ya que ni África ni América Latina parecen caber en esa definición)

Ahora que Ratzinger, renombrado Bienedicto XVI, ha comenzado a sacar el cobre, con sus declaraciones claramente anti- musulmanas (ver los artículos de la BBC aquí y aquí), Roma cobra nuevamente relevancia como centro de una de las corrientes religiosas más importantes de la historia.

Pero bueno, relativo al viaje, no hay mucho que agregar al recuento, de no ser que para recorrer Roma nos tomo 3 dias de caminar 11 horas cada día. y que todo rockea pesadisimo. Es una ciudad maravillosa diseñada para que el visitante se sienta pequeño pequeño…. y para robarle todo el dinero a los turistas. Cada esquina esconde una trampa de turistas, como el «legionario» romano de la foto de la izquierda que apesta a madres pero cobra 2 euros por foto… Aunque por esta foto solo se ganó 50 centavos 😛

Comer carísimo, dormir más, y nosotros sin dinero. De cualquier manera nos divertimos mucho vagando por la inmensa ciudad y sorteando a los miles de cafres que manejan como desquiciados por la ciudad en sus motonetas que son verdaderamente un riesgo.

Florencia y el camino hacia el norte

Después de la majestuosa Roma, ciudad ancestral llena de imponentes construcciones, tal y como los antiguos romanos volvimos nuestros ojos hacia el norte, dónde nos esperarían aun mayores aventuras. Viajamos al norte a Florencia, residencia de la familia Medicci, mecenas que durante años patrocinaron arte. ¡Que bonita ciudad! aun más cara que Roma y plagada de turistas japoneses y chinos con sus camaras fotográficas de millones de dólares.

Es un placer caminar por Florencia y ver el imponente Duomo, las miles de pinturas en el museo de Ufizzi. Subir caminando a la fortaleza que proteje la ciudad y tener una vista panorámica de la ciudad es algo ampliamente recomendable. Tan bonita ciudad es Florencia que decidimos quedarnos un día más con tal de apreciarla del todo. Fue una muy buena idea por que es en realidad muy bonita.

Nos quedamos en un camping place (para variar) en un pueblo cercano, hacíamos 40 minutos del pueblo a Florencia, pero el lugar es de lo más barato que se puede encontrar en esa ciudad. Nosotros continuamos con nuestra dieta de pan y salami aunque en esta ocasión pudimos incluir un poco de leche que se encontraba en descuento.

Dani quie tiene una extraña obsesion por tomar leche con chocolate, llevaba ya un tiempo quejándose de la carencia de tan «vital» líquido, y decidió improvisarlo con la leche que teníamos y un Nutella. Fracaso total. El Nutella no se disolvió y solo quedo una plasta en el fondo de nuestra leche.

Fue en Florencia dónde me compré mi souvenir. Un libro viejo (del año 1900) escrito narrando la historia de los Borgia, en especial de la época de Lucrezia Borgia (ya veremos que tan secreta y cierta resulta ser). pero se ve increible, y estuve muy contento con mi souvenir.

Desgraciadamente como sucede en este tipo de viajes tuvimos que movernos sin tener la oportunidad de conocer a fondo la ciudad. Uno siempre pelea contra el tiempo, ver lo más posible con los recursos limitados, caminar muchisimo para tomar la foto institucional de-estuve-aquí; mal-comer, mal-dormir, y correr para alcanzar el siguiente avión/tren/ferri/autobus: es maravilloso.

En nuestro afán de viajar con el presupuesto más ajustado posible, tomamos nuestro tren hacia Venecia. La aventura en tren fue simplemente divertidisima. En nuestro primer tren tuvimos que pagar la reserva del tren de «primera» que es una tomada de pelo por que no hay trenes de «segunda». En Italia, se supone que si compras el Interail, tienes acceso a trenes IC, que significan Inter City y que van haciendo varias paradas en el camino, suena bien… el problema es que los trenes de este estilo parece que no salen nunca, para todo tienes que pagar extra. Es una trampa, en el que lo unico que difierencia a la primera de segunda clase (por que los asientos son igual de incómodos) es que pasan a servir refresco en algún momento (y no en todos).

Pues en nuestro tren pasaron a ofrecer refresco, pero como no sabiamos si lo cobraban o no lo rechazamos. 5 segundos después me levanté de mi asiento a preguntarle a la sobrecargo si lo cobraban, me respondió que no, pero que ya habia pasado mi turno, y no me daría nada. Me enojé pero regresé a mi asiento jurando venganza.

La venganza llegó cuando la tonta decidió dejar su carrito solo… je je je. Si se hubiera comportado decentemente no hubiera provocado nuestra furia. Al bajar en B
olognia Danie y yo nos pusimos de acuerdo y nos robamos una botellota de 3 litros de refresco del carrito. Fuimos tan rapidos que ni Anu, quien estaba a medio metro de distancia se dio cuenta de nuestro asalto al carrito. 😀

En Bolognia, estuvimos 35 minutos… Tiempo suficente para salir corriendo de la estación y buscar en un restaurante cercano un tagliatelle Bolognese (lease espagueti a la boloñesa) que comimos muy felices en una banquita de parque en Bolognia! UJU!. (En la foto, los tres degustando nuestro fabuloso tagliatelle Bologniesse en Bolognia, y sí, si sabía a espagueti a la boloñesa.)


Venecia, con un misterioso encanto

A venecia llegamos de noche. Que encantadora vista, la luna espléndida se reflejaba entre los serpenteantes canales de la ciudad, los puentes de madera o de piedra dejaban entrever las siluetas de las casas que parecen estar construidas sobre el agua misma. Los misteriosos callejones invitan a batirse en duelo con algún rufián, y es fácil imaginarse caminando con una larga capa, un sombrero de tres picos y una de las tradicionales máscaras de papel maché de camino a una elegante mascarada en algún palacio de la ciudad… de día no es tan bonito.

Gran Highlight: la plaza de San Marcos. Wow, siempre esa plaza aparece con muchas palomas en las fotos, pero no tenía idea de cuantas son. Miles y además estan amaestradas o algo así. Les avientas un poco de maiz, o lo pones en tu mano y vuelan directo a tu mano, hombros, cabeza. Nos divertimos muchisimo. (A la derecha Anu en la plaza de San Marcos con varias palomas encima de ella).

Para variar nos quedamos en otro camping place, pero en esta ocasión no solo no nos quejamos sino que fue por mucho la mejor habitacion que tuvimos en todo el viaje, con todo y supermercado cerca. De regreso del supermercado, en un bote de basura, le mostré a Dani, un par de esquis, para nieve, de los grandes que son para bajar montaña. Alguién los había tirado y dejado en la calle. Danie estaba muy contenta por que era la primera vez en la vida que veía esquís. Estaba tan contenta que decidió llevarlos de souvenir. :S Sí, esquís venecianos. cargamos los mugrosos esquís por media Europa, y ahora descansan en algún lugar del cuarto de mi hermana en el otro lado del mundo en Mexico.

En el siguiente post (que prometo no tardarme tanto…) la crónica de nuestra casi muerte en los Alpes.

Continuará…